Educación para la Sociedad del Afecto

Educación para la Sociedad del Afecto

Dr. Marco Eduardo Murueta
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM;
Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología

Correo: murueta@amapsi.org 

Resumen

El proyecto de la Sociedad del Afecto surge en México y en América Latina a partir de la teoría de la praxis, con raíces en el sentido de la naturaleza y el sentido de comunidad de los pueblos originarios de Mesoamérica y con referencias a la idea de la raza cósmica planteada en 1925 por José Vasconcelos. Se trata de un nuevo diseño social, con bases históricas, filosóficas y científicas, para propiciar el compartir sentimientos y afecto como eje de una nueva era civilizatoria en que los seres humanos puedan entenderse esencialmente y cooperar entre sí de manera pacífica y cordial, en lugar de la rivalidad y la violencia que ha predominado de manera progresiva desde el origen del Estado y a partir de la propiedad privada de los medios de producción. La cooperatividad, la coordinación y las nuevas pautas culturales lograrán que todos los seres humanos vivan de manera más cómoda que los actuales ricos, con una vida más interesante y placentera, sin dañar a la naturaleza. Como parte de este proyecto, los procesos educativos requieren cambiar para que los docentes y las escuelas, en un ambiente democrático, de diálogo receptivo y construcción de consensos, se dediquen esencialmente a detectar, impulsar, desarrollar, coordinar y proyectar las vocaciones, intereses y talentos de los participantes a través de las cooperanzas y del tequio escolar, realizando acciones conjugadas, cooperativas y creadoras que incluyan aprendizajes transgeneracionales e interinstitucionales, dirigidas a destinatarios explícitos para el beneficio creciente de los diferentes aspectos de la vida social en las comunidades locales, regionales o mundiales, generando en los participantes la vinculación afectiva con dichas comunidades y la gran satisfacción que genera la sensación de poder, la voluntad de poder y el poder mismo (Nietzsche), así como el correspondiente sentimiento de trascendencia.

Palabras clave:

Afecto, Sociedad del Afecto, teoría de la praxis, cooperanzas, tequio escolar, diálogo receptivo, aprendizaje creador, voluntad de poder.

Abstract

The project of the Society of Affection arises in Mexico, in Latin America, from the Theory of Praxis, with roots in the sense of nature and the sense of community of the original peoples of Mesoamerica and with references to the idea of cosmic race raised in 1925 by José Vasconcelos. It is a new social design, with historical, philosophical and scientific bases, to promote the sharing of feelings, affection, as the axis of a new civilizational era in which human beings can essentially understand each other and cooperate with each other in a peaceful and cordial manner. instead of the rivalry and violence that has progressively predominated since the origin of the State and from the private ownership of the means of production. Cooperativity, coordination and new cultural guidelines will make all human beings live more comfortably than the current rich, having a more interesting and pleasant life, without harming nature. As part of this project, educational processes must change so that teachers and schools, in a democratic environment, of receptive dialogue and consensus building, essentially dedicate themselves to detecting, promoting, developing, coordinating and projecting vocations, interests and talents of the participants through cooperances and the school tequio, carrying out conjugated, cooperative and creator actions, which include transgenerational and inter-institutional learning, aimed at explicit recipients for the increasing benefit of the different aspects of social life in local communities , regional or global, generating in the participants the affective bond with said communities and the great satisfaction generated by the sensation of power, the will to power and power itself (Nietzsche), as well as the corresponding feeling of transcenden

Keywords: Affection, Society of Affection, Theory of Praxis, cooperances, school tequio, receptive dialogue, creator learning, will to power.


El proyecto de Sociedad del Afecto surge a principios del siglo XXI en México, en América Latina, a partir de la teoría de la praxis, como un concepto alternativo al de Sociedad del Conocimiento, ampliamente difundido en medios académicos. 

La teoría de la praxis, como evolución del pensamiento de Nietzsche y, en parte, de Schopenhauer, cuestiona a la filosofía y a las ciencias occidentalistas, que equivocadamente separaron 1) al alma del cuerpo, 2) a los seres humanos de la naturaleza, 3) al pensamiento de la acción y de la emoción, 4) a la teoría de la práctica, 5) al ver del hacer, 6) al conocer del sentir, 7) al decidir (mandar) del hacer (obedecer); 8) a la sociedad del individuo; 9) a la autoridad-poder del pueblo realmente soberano. 

Con esa base, los filósofos occidentalistas, desde Sócrates-Platón hasta Kant, algunos otros pensadores posteriores y la gran mayoría de los científicos, asumieron a la conciencia, al conocimiento y a los silogismos como el eje de todo, dejando en segundo plano los aspectos emocionales y afectivos que aquí veremos como prioritarios. La revolución científica de la teoría de la praxis consiste, en mucho, en la reintegración de esos conceptos.

A principios del siglo XIX, Schopenhauer introdujo el concepto de voluntad como esencia universal que se manifiesta incluso como conocimiento, conciencia o representación. Concepto que Nietzsche retomó y desarrolló como voluntad de poder, es decir, voluntad de ser; pasar de la potencia a la realización; continuidad ontológica del todo: voluntad de devenir. Similar a lo que hoy en día referimos con el concepto de energía, pero la voluntad de poder al mismo tiempo es específica: poder hacer o llegar a ser algo determinado. Por ejemplo, voluntad de poder llover, hacer erupción, hervir del agua, subir una escalera, tocar un instrumento musical, dialogar con alguien específico, escribir un libro, organizar un restaurante cooperativo o cambiar el sistema económico-político para hacer realidad la Sociedad del Afecto.  

Hegel (1807/2000) se refirió al espíritu como el movimiento y devenir del todo que, a través de juegos de fuerzas intrínsecas que se contraponen y se integran sucesivamente, evoluciona de la certeza sensible a la percepción, al entendimiento, a la autoconciencia y a la lucha entre las autoconciencias para llegar a la razón como integración de las autoconciencias entre sí y, por tanto, con el absoluto.

Desde el “conócete a ti mismo” del oráculo de Delfos —retomado por Sócrates—, para los pensadores occidentalistas, lo fundamental ha sido el darse cuenta, la conciencia, el entender, el pensar, suponiendo equivocadamente que de ello dependen las emociones y, por tanto, las acciones de los seres humanos. No se percatan de que el lenguaje, la lógica e, incluso, las matemáticas son formas estructuradas-organizadas de los sentimientos o re-acciones emocionales reiteradas a través de la historia social; es decir, en forma de cultura. Que las emociones son acciones y que las acciones son expresiones emocionales. Que el pensar es también hacer y, por tanto, expresión emocional, que históricamente se ha organizado a través de señales, símbolos y signos. Que el ver o el escuchar son acciones que hacen ser y organizan luces y sonidos de determinada manera. Que no hay realidad sin perspectiva emocional y, por tanto, afectiva e histórica.

A pesar de que tienen un papel central en la vida humana, el estudio y la comprensión de los fenómenos emocionales y afectivos son bastantes limitados en la historia de la filosofía y de las ciencias, si bien hay apuntes suplementarios en casi todos los filósofos y atisbos relevantes en la historia de la psicología, sin que se hubiera llegado a una comprensión integral. Entre quienes se han ocupado históricamente de los afectos, destacan la Ética a Nicómaco, de Aristóteles; Spinoza en el siglo XVII; Nietzsche en el siglo XIX; Freud, H. Wallon y, en cierta forma, Gramsci en el siglo XX, aunque Freud se vincula al occidentalismo al tener como meta terapéutica principal del psicoanálisis llevar a la conciencia los procesos que concibió como inconscientes: es decir, los procesos afectivos —importantes para una persona— que no habían podido estructurarse lingüísticamente. 

¿Qué es el afecto?

De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (RAE), como adjetivo, la palabra afecto significa “inclinado a alguien o a algo”; como sustantivo, se refiere a “cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y especialmente el amor o el cariño” (2023). Etimológicamente, proviene del latín affectus, que significa movimiento del ánimo. No obstante que entre los afectos aparece la ira y el odio, el uso actual de la palabra afecto se relaciona prioritariamente con conceptos como amor, amistad, cariño, empatía, estimación y afinidad. En este sentido, también el concepto de amor puede ser tan amplio como el de afecto, pero generalmente se sobreentiende como un sentimiento afectivo de alta intensidad, que refiere inmediatamente al amor de pareja o, en segundo lugar, al amor entre padres e hijos. Al escuchar la palabra amor se piensa poco en las relaciones amistosas, en el amor a la patria, a la comunidad, a la naturaleza, a la casa o en la autoestima. Para abarcar todos los aspectos y niveles del sentimiento amoroso y para evitar que se capte como una idea romántica, consideramos preferible usar la palabra afecto al referirnos al proyecto social que estamos desarrollando. 

Después de hacer una revisión histórica de los conceptos filosóficos y psicológicos sobre el amor (Murueta, 2014), en la teoría de la praxis lo definimos como “sentir como propio lo que sucede a otro(s)”. Cuando una madre se percata de que su hijo tiene una herida en la mano, le duele su propia mano. Algo similar ocurre cuando un ser amado tiene un éxito o disfruta de algo agradable: la persona que le ama lo disfruta como propio. Ya Aristóteles (1994) definió a la amistad como “el alegrarse por el bien de otro” y, en consecuencia, también dolerse o entristecerse por el mal de otro. Hablar de afecto tiene las mismas implicaciones en una amplia variedad de aspectos y niveles que son social y políticamente relevantes. La afectividad es la base de la generosidad, de la solidaridad, de la comprensión de los sentimientos y de los puntos de vista de otro(s); también de la amabilidad, del respeto, de la aceptación y de la integración de la diversidad de perspectivas. Los valores se sustentan en los afectos que los generan y no al revés. Contrariamente a la dimensión afectiva, la actualmente muy promovida tolerancia implica la idea de soportar o aguantar lo desagradable de los otros, sin comprender ni integrar sus sentimientos e ideas con los propios. Una especie de autodisciplina forzada que, con el tiempo, tiende a ser emocionalmente explosiva.

La Sociedad del Afecto constituye un diseño económico, político, social, ecológico y cultural que promueve sentimientos afectivos en la pareja, en la familia, en la escuela, en los centros de trabajo, en las comunidades, en las naciones y en toda la especie humana, disminuyendo los factores que causan resentimientos, rencores, odios, rivalidad, obstrucción mutua y violencia. En esa nueva sociedad, la intensidad, frecuencia y duración de las experiencias afectivas predominarán en una proporción de 60 a 90 %, mientras que la conflictividad podría tener entre un 10 y 40 % de la interactividad social. Con estos parámetros estimativos, casi no habría violencia física ni verbal, pero en los diálogos, en los deportes y en múltiples dimensiones de la vida social, habría controversias y competencias, generalmente, bien intencionadas.

La Sociedad del Afecto no es un proyecto romántico o cursi

Cuando algunas personas escuchan la propuesta de la Sociedad del Afecto imaginan que se trata de algo romántico o cursi, como si fuera un juego transitorio entre personas que se esfuerzan por expresar un afecto que no sienten, a veces usando eslóganes o estribillos choteados. 

En cambio, el proyecto apunta a realizar cambios esenciales en el diseño de la vida de las naciones, ciudades, pueblos, comunidades, instituciones y familias, y de la humanidad toda, para propiciar los sentimientos afectivos y no la rivalidad absurda. Cambios estructurales y de matiz cuidadosamente diseñados para modificar la configuración ambiental, estética, relacional, económica y política, de tal manera que se propicie el afecto y, por tanto, el diálogo receptivo, la comprensión, el compartir, la convivencia y la cooperación, así como se diluyan o se inhiban los opuestos.

La Sociedad del Afecto no promueve expresiones afectivas forzadas

Motivar progresivamente los afectos genuinos, no su apariencia, es lo que se pretende. El forzar la expresión de sentimientos que no existen es contraproducente, vacía el lenguaje y los gestos afectivos. La Sociedad del Afecto impulsa la autenticidad, la asertividad y la motivación intrínsecas. Asertividad para expresar sin agresividad y de manera oportuna lo que una persona o un colectivo siente o piensa o para dedicarse a lo que realmente quiere sin inhibirse por opiniones que no comparte; así como para aprobar explícitamente lo que le agrada y desaprobar lo que no, en un ambiente de cordialidad y respeto a los diversos puntos de vista. 

La Sociedad del Afecto no es un proyecto ingenuo

El proyecto de Sociedad del Afecto es resultado de la revisión y síntesis de la historia de la filosofía y de las experiencias históricas de la humanidad. Es parte de una nueva visión filosófica que integra las ideas de pensadores como Heráclito, Epicuro, Spinoza, Sor Juana, Hegel, Morelos, Marx, Nietzsche, Ricardo Flores Magón, Zapata, Gramsci, Vasconcelos, Che Guevara, Paulo Freire, Heberto Castillo y Demetrio Vallejo, entre otros.

José Vasconcelos

Históricamente, se considera el surgimiento de los estados antiguos y su evolución en los estados esclavistas, medievales y modernos, especialmente tomando en cuenta las transformaciones de la etapa de El Renacimiento y las invasiones europeas en América Latina, la dominación y las resistencias; la independencia de los Estados Unidos de América en 1776; la Revolución Francesa en 1789 y el Imperio Napoleónico (1804-1815); las luchas por la independencia de los países latinoamericanos (1810-1902); las luchas de clases en Francia, Alemania e Inglaterra durante el siglo XIX; la Comuna de París (1871); la Reforma, encabezada por Benito Juárez, y el Porfiriato, en México; la Primera Guerra Mundial; la Revolución Mexicana de 1910-1917 y su evolución hasta nuestros días; la Revolución Soviética y su caída; el fascismo de Mussolini (1922-1945), Hitler (1933-1945) y Franco (1936-1975); la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); la independencia de la India con el liderazgo de Gandhi (1947); la Revolución maoísta en China (1949) y su evolución hasta nuestros días; la Revolución Cubana (1959) y su proceso posterior; la guerra de Vietnam (1955-1975); el triunfo de Salvador Allende en Chile (1970) y el golpe de estado de 1973; las dictaduras en los países de América Latina (1934-1990) y su caída; la Revolución Sandinista en Nicaragua (1979) y su evolución hasta nuestros días; el Movimiento Solidaridad en Polonia (1980-1990); la Revolución Checa (1989); los cambios electorales en Sudáfrica (1994), Venezuela (1999), Brasil (2002), Uruguay (2005), Bolivia (2006), Ecuador (2007), México (2018), Honduras (2022) y Colombia (2022) y la Revolución Egipcia (2011). Asimismo, analizamos la historia política 1975-2022 en países como España, Francia, Alemania, Rusia, Inglaterra, Estados Unidos, Dinamarca, Chile, Perú, Paraguay, El Salvador, Panamá, Costa Rica y Nueva Zelanda. 

La Sociedad del Afecto no es un proyecto capitalista

La Sociedad del Afecto está planteada como alternativa verdadera al capitalismo que predomina en la humanidad a principios del siglo XXI. El diseño intrínseco del sistema capitalista promueve la rivalidad absurda, la contraposición y obstrucción entre unos y otros seres humanos, la violencia, la corrupción, la concentración de la riqueza económica y del poder político, la extensión generalizada de la pobreza y de la marginación, la depredación ambiental, incluyendo la destrucción de la fauna y de la flora; minimiza también las expresiones afectivas y culturales; desperdicia los talentos artísticos, deportivos, científicos y la inventiva tecnológica de grandes cantidades de personas, y menosprecia a las culturas originarias. 

En cambio, la Sociedad del Afecto promueve:

  1. La cooperación 
  2. El diálogo receptivo
  3. La paz 
  4. La honestidad 
  5. La distribución equitativa de la riqueza
  6. La socialización del poder político
  7. El consenso
  8. La riqueza económica y cultural de todos 
  9. El cuidado del ambiente y de los bienes naturales

La Sociedad del Afecto despliega y proyecta las expresiones afectivas y culturales, valorando los talentos de cada persona y de cada grupo, especialmente los de los pueblos originarios.   

El factor clave del capitalismo es la propiedad privada de la mayoría de los medios de producción: de la tierra agrícola, de las minas, del petróleo y de las grandes empresas. 

La Sociedad del Afecto retoma el lema de Emiliano Zapata: La tierra es de quien la trabaja y, por tanto, las industrias y los comercios también deben ser de quienes los trabajan, en la proporción de que así lo hagan. El intercambio de bienes y servicios debe ser, directamente, el intercambio entre trabajos realizados. El dinero debe representar una determinada cantidad y calidad de trabajo realizado, al menos hasta el momento en que la productividad, la generosidad, la honestidad y la confianza sean tan consistentes y generalizadas que lo hagan innecesario. 

La Sociedad del Afecto no es un proyecto socialista

Los países que han hecho revoluciones socialistas desde 1917 hasta la fecha se han caracterizado porque los medios de producción son expropiados a los capitalistas para ponerlos bajo la posesión y administración de los aparatos gubernamentales, bajo el monopolio de un único partido, lo cual deviene en sistemas altamente burocratizados que, con el tiempo, dañan las dinámicas económicas, inhiben o desmotivan la iniciativa individual y colectiva, así como limitan la libertad de expresión en respuesta a las pretensiones manipulativas de quienes defienden al capitalismo. La Sociedad del Afecto es una nueva perspectiva filosófico-política que supera las limitaciones y fallas del socialismo. 

En el Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels (1848/1973)  decían:

El primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la democracia […] El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas.
Claro está que, al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindirse como medio para transformar todo el régimen de producción vigente.

Marx y Engels consideraron al socialismo como producto de una revolución obrera a través de un partido o de una alianza de partidos, ya sea mediante la conquista del poder por la vía armada o por procesos electorales; mientras que la Sociedad del Afecto plantea una revolución pacífica a través de la organización progresiva del pueblo, sin descalificar lo que pueda lograrse con las elecciones y respetando a quienes decidan luchar por la vía armada, mientras no quieran imponer al pueblo criterios de grupo. La revolución pacífica de la Sociedad del Afecto no solo integra políticamente a los obreros que, desde luego, son un sector importante, sino también a campesinos, pueblos originarios, estudiantes y jóvenes; maestros y empleados diversos; científicos, profesionistas, artistas, deportistas e inventores; periodistas, trabajadores del estado, pequeños comerciantes, comunidades de la diversidad sexual y la lucha por la emancipación de las mujeres; desempleados, jubilados, amas de casa e, incluso, pequeños empresarios. Incorpora en el proceso revolucionario pacífico a todas las clases subalternas, como diría Gramsci.

Para la Sociedad del Afecto, la democracia consiste en la socialización del poder político, es decir, del poder de todos y no de unos cuantos (Aristóteles, Política), a través de la organización de asambleas comunitarias que elijan delegados para las asambleas y consejos municipales, de las cuales surgirán delegados a las asambleas provinciales, departamentales o estatales, y de estas a la asamblea nacional de autogobierno. Cada asamblea elige un consejo coordinador y un coordinador general. Las asambleas comunitarias, municipales, estatales y nacional tendrán una articulación orgánica con:

  1. Consejos técnico-temáticos (salud, educación, cuidado del ambiente, economía, hacienda, seguridad pública, comunicaciones, etcétera)
  2. Organismos gremiales (por ramas de ocupación)
  3. Organizaciones sectoriales (mujeres, jóvenes, adultos mayores, pueblos originarios, personas con limitaciones específicas, pueblos originarios, comunidad LGBT, etcétera)

En efecto, el autogobierno instrumentará una ágil política de transformación económica y cultural:

  1. Hará cambios educativos desde la crianza y en la escuela para formar actitudes cooperativas, solidarias y generosas, así como una alta capacitación técnica, desarrollo estético-cultural y habilidades para trabajar en equipo y para la coordinación. Promoverá por todos los medios el cooperativismo, incluyendo la instrumentación de incubadoras de cooperativas.
  2. Convocará a los sindicatos a luchar por hacerse dueños de sus empresas para transformarlas también en cooperativas.
  3. Establecerá legalmente y desarrollará el progresivo reparto anual de utilidades en todas las empresas capitalistas en proporción a los salarios, de tal manera que iniciará con un 10 % y aumentará de manera gradual ese porcentaje cada año hasta llegar al 100 %.

Marx y Engels propusieron algunas de las medidas que han sido aplicadas en los países del “socialismo real” durante el siglo XX, la mayoría de los cuales no han podido mantener el sistema socialista y han vuelto al capitalismo. Aquellos pocos que se han mantenido como países socialistas, bajo el ataque y el bloqueo de los países capitalistas, sobreviven en condiciones económicas precarias.

En los países socialistas, hay un grupo que gobierna y se mantiene en el poder con el presunto apoyo de la mayoría de la población; en contraste, en la Sociedad del Afecto hay un autogobierno, en el cual el poder esencial y continuo lo tienen las comunidades vecinales. Todas las personas, si lo desean, pueden participar de manera organizada en las decisiones políticas, económicas y culturales.

En los países socialistas, los medios de producción están en manos del gobierno y los demás son trabajadores asalariados, salvo por reformas necesarias que permiten pequeñas o medianas empresas de corte capitalista. En cambio, en la Sociedad del Afecto los trabajadores y empresarios se convierten en empresarios cooperativos, ya que son propietarios de los medios e instrumentos de producción que usen individual o colectivamente. Las empresas capitalistas pasan, de manera gradual, a ser también cooperativas. 

En los países socialistas, ha habido limitaciones para la libertad de expresión. En la Sociedad del Afecto hay completa libertad de expresión mientras no se trate de una injuria evidente que dañe injusta y directamente el buen vivir de terceros.

En los países socialistas, ha habido un partido único que gobierna con su ideología. En la Sociedad del Afecto se darán facilidades para que todos los partidos, organizaciones políticas y grupos de la sociedad civil tengan canales de expresión en televisión, radio, prensa y medios digitales, en un ambiente de diálogo y debate –idealmente respetuoso– de ideas sobre la vida económica, social, política, ecológica y cultural.

Un proyecto abierto, sin dogmas preestablecidos 

La Sociedad del Afecto se basa en el diálogo receptivo y la búsqueda de consensos para respetar y, en lo posible, integrar la diversidad de puntos de vista. Todo puede volverse a pensar y las decisiones colectivas pueden modificarse una y otra vez si alguien considera necesario o importante proponerlo, desarrollando habilidades y procedimientos que eviten la simple repetición o el estancamiento indefinido o excesivo.

Riqueza para todos

La Sociedad del Afecto pretende el mayor disfrute, la mayor felicidad y el mayor placer de todos. En el diseño económico y político del capitalismo, continuamente unos seres humanos obstruyen el bien de otros o les hacen violencia de manera directa, de tal manera que solamente unos cuantos tienen acceso a la riqueza material y pocos a la riqueza cultural. Al optimizar la combinación de esfuerzos y disminuir las obstrucciones y violencias recíprocas, en la Sociedad del Afecto se logrará una vida de grandes beneficios para todos: una buena casa en un barrio bonito, alimentación de muy buena calidad, comodidades y gran acceso a las nuevas tecnologías, ropa suficiente y de buena calidad, acceso a excelentes servicios de salud, acceso a interesantes opciones educativas en escuelas muy bien equipadas, acceso a diversidad de eventos culturales, así como posibilidades amplias de viajar y vacacionar en los lugares más bellos. 

Con la Sociedad del Afecto la potencialidad individual y colectiva crecerá de manera exponencial; el desarrollo cultural y tecnológico serán cada vez más trascendentes, potentes y motivantes. Con pocas horas de trabajo, será posible que todos los seres humanos tengan una vida muy cómoda y sin afectar al entorno natural. 

Al haber auge económico por la colaboración sistemática, la progresiva capacitación de todos, la creciente generosidad social y el desarrollo de la robótica, sobrará la oferta de bienes y servicios de buena calidad; para evitar el desperdicio, se disminuirán las horas de trabajo y será innecesario el ahorro de dinero, el cual gradualmente dejará de tener relevancia hasta desaparecer.

En la Sociedad del Afecto, el trabajo se torna interesante y recreativo, fundiéndose con el juego. Las jornadas de trabajo necesario tendrán duración decreciente: seis horas diarias cinco días a la semana en la primera etapa hasta llegar a dos horas diarias pocos años después. Como el trabajo se volverá placentero y divertido, las personas trabajarán productivamente de manera voluntaria y libre, sin que en muchos casos haya necesidad de una retribución económica.

Por todo lo anterior y considerando una muy buena crianza en las familias, una escuela interesante y socialmente comprometida y un gran acceso a las artes, a los deportes y a las ciencias, gradualmente desaparecerá la pobreza, la corrupción, la violencia y las adicciones. Entre todos cuidaremos y cultivaremos cada vez más los bienes naturales y la estética en campos, barrios, pueblos y ciudades. Dejará de existir la depredación ambiental: tendremos ríos, lagos y mares limpios, se separarán y procesarán las aguas negras y grises, se captará y aprovechará el agua de lluvia, así como se cuidará el aire y la tierra. Todo lo que hoy se considera basura será reciclado. Debido a que mucho trabajo se realizará en casa o en lugares cercanos, por el diseño ecológico, logístico y tecnológico de villas y pequeñas ciudades, la necesidad de transportarse al trabajo o a la escuela será cada vez menor, hasta niveles mínimos. 

Enfermedades y salud psicosocial

El capitalismo produce una disociación en los seres humanos, entre su ser individual y su ser comunitario o colectivo, generando rivalidad, obstrucción, marginación, pobreza, tensiones emocionales (estrés), agresividad, violencia, individualismo, ensimismamiento y soledad; de manera progresiva se ha requerido de drogas químicas, tecnológicas y otras, para paliar esa psicopatología. Sabemos que una proporción alta de las enfermedades corporales se deriva de las tensiones emocionales frecuentes, continuas o prolongadas. 

Por el contrario, la salud psicológica y, por tanto, la salud corporal implican la progresiva e infinita integración de cada persona con sus comunidades a través del afecto, así como que las comunidades e instituciones se involucren en cuidar el bien de cada uno de sus participantes. 

En primer lugar, se requiere diseñar políticas públicas para cuidar las relaciones de pareja, que son la base de la integración y de la estabilidad familiar de cada uno de sus integrantes, así como de una crianza de buena calidad. Es necesario incluir en los procesos educativos y culturales la formación para generar, desarrollar, mantener y disfrutar relaciones afectivas en la familia, las amistades, los compañeros, las comunidades, los pueblos, las naciones y la humanidad como un todo. Aprender y desarrollar habilidades, conceptos y actitudes de respeto, comprensión, diálogo receptivo, asertividad, honradez, lealtad, colaboración y construcción de consensos.

América Latina y la Sociedad del Afecto

En América Latina es donde más convergen las diversas culturas del mundo. Averroes en el siglo XII y Vasconcelos en el siglo XX hicieron notar la relevancia del mestizaje racial y cultural para generar etapas humanas de mayor alcance que aquellas de donde surgieron o de otras menos híbridas. Precisamente, la teoría de la praxis plantea como fuente de toda creación la combinación y recombinación de experiencias previas. En efecto, el mestizaje racial y cultural latinoamericano es símbolo de su capacidad de diálogo, de comprensión y de integración de puntos de vista diversos. No es casual que a través de América Latina esté surgiendo una nueva etapa de la vida planetaria mediante el modelo de Sociedad del Afecto.

Cuando a fines del siglo XV llegaron los europeos y se empeñaron en someter con crueldad y menosprecio a los originarios, como bien lo vio Vasconcelos (1925/2019), trajeron consigo la síntesis y mezcla cultural que estaba floreciendo en la península Ibérica (Al-Ándalus) al haberse liberado después de 700 años del dominio árabe-musulmán, con todo lo que esos siglos significan para la asimilación y el sincretismo cultural. Los europeos que vinieron a América se llevaron metales y piedras preciosas, pero trajeron la imprenta, la brújula, el alfabeto, los números arábigos y romanos, los caballos y la pólvora; como parte de su cultura, trajeron e impusieron la religión cristiana, surgida entre los judíos; los idiomas español y portugués, combinación y evolución principalmente de raíces griegas y latinas, que, a su vez, ya eran combinaciones de culturas más antiguas, y, así, al hablar y al establecerse en el –para ellos– nuevo mundo, donaron a los mestizos y a los originarios, sin darse cuenta, muchos de sus conocimientos, de sus bellas artes y de sus técnicas, que aquí eran novedosas y, en mucho, deslumbrantes. A través de los emigrantes europeos llegaron a América también influencias de los visigodos-anglosajones, y trajeron consigo esclavos africanos e importantes aportaciones culturales de África y Asia. 

Los originarios y los mestizos fueron accediendo a comer carne de res, cerdo, pollo, trigo y arroz, además de maíz, frijoles, chile, cacao, guajolote, venado, conejo, aguacate, amaranto, nopal, chapulines y otros insectos, así como gran diversidad de frutas. Combinaciones alimentarias que fueron generando cambios fisiológicos y evolución corporal, que se fueron integrando con las combinaciones culturales de alta intensidad durante más de cinco siglos (XV-XXI). Como suele suceder, los invasores, en general, valoraron poco y no llevaron a Europa las aportaciones gastronómicas y culturales que encontraron acá. Poco saben allá de Quetzalcóatl, Coatlicue, Tlaloc y Huitzilopochtli, en contraste con lo que nosotros sabemos de Zeus, Buda, Mahoma, Jehová y Jesús de Nazaret. Saben un poco de la Virgen de Guadalupe, como una diosa, símbolo del mestizaje y de la maternidad. Aun en el siglo XXI, fuera de los países latinoamericanos casi no se consume maíz, mientras que aquí el arroz y el trigo son de uso cotidiano, alternándose con el maíz.

Si bien se pretendió imponer la cultura europea menospreciando y desplazando mucho de las culturas originarias, no pudieron apagar, desterrar o desaparecer, como era previsible, sus grandes aportaciones milenarias. Desde Alejandro Magno, el occidentalismo está ensimismado queriendo imponer sus criterios a todos los pueblos: su idea de la democracia, sus conceptos, sus valores morales y estéticos. Los pueblos latinoamericanos, sometidos durante más de cinco siglos, se habían dejado embaucar en mucho –pero no del todo– por las “cuentas de vidrio”, las armas y la tecnología de los occidentalistas. El enorme choque cultural y la crueldad occidentalista generó un aturdimiento histórico en los pueblos latinoamericanos, originarios y mestizos, al que poco a poco han podido ir remontando a través de las luchas de independencia, del florecimiento de las artes, de la resistencia y de los movimientos sociales y políticos.

En el siglo XXI, con el proyecto de Sociedad del Afecto, como también lo previó Vasconcelos (1925/2019), estamos en la posibilidad de crear en América Latina una nueva era civilizatoria que, a diferencia de las anteriores, será la primera no invasiva, pero puede ser ampliamente expansiva en la integración coherente de todas las culturas, de la diversidad en el diálogo receptivo y en la construcción de consensos. Para ello, es necesario revalorar y retomar, con una perspectiva histórica, saberes, conocimientos y aportaciones ancestrales y recientes de los pueblos originarios, comenzando por rescatar y proyectar sus idiomas y realizar la integración coherente de esas culturas con el desarrollo tecnológico. 

Aportaciones de los pueblos originarios

El proyecto de Sociedad del Afecto incorpora cinco principios de las culturas originarias del territorio que hoy conocemos como América Latina, que precisamente son lo que hace falta a la humanidad para conformarse en una especie efectivamente inteligente, que deja de actuar en contra de su propio bien, como lo ha hecho hasta ahora y desde hace miles de años. Estos cinco principios son los siguientes:

  1. Integración de los seres humanos con la naturaleza y el cosmos. Dejar de ver a la naturaleza como un conjunto de recursos a “explotar”. Como nos lo enseñan los pueblos originarios, somos parte de ella en todos los aspectos, y la naturaleza está en todos los aspectos de las personas, grupos, comunidades, naciones y de la humanidad toda. Hay que evitar también contemplarla como algo otro o fundirse pasivamente con ella; las emociones-acciones-pensamientos humanos son expresiones de la naturaleza que requieren ser armonizados con los demás procesos orgánicos e inorgánicos. Cuidar la naturaleza es cuidar a los humanos y viceversa. 

  2. Sentido de comunidad en cada persona. Es necesario superar el individualismo occidentalista sin dejar de valorar la vida individual. En los pueblos originarios una persona es más especial, más única y más trascendente, conforme más integra en su manera de ser los sentimientos-acciones-pensamientos históricos y actuales de sus comunidades. Así, cada persona siente-piensa-hace en cada momento lo que es bueno para las comunidades, de manera espontánea y por motivación intrínseca, sin sacrificar su individualidad. El deseo y el disfrute personal está nutrido y vinculado con los deseos y disfrutes de todos, históricos y actuales. La autoestima personal está ensamblada con la autoestima colectiva. Para formar el sentido de comunidad se requiere hacerlo desde la crianza, en las escuelas, en los centros de trabajo, con el diseño de los procesos económicos y a través de vivencias comunitarias y culturales: artes, deportes, ciencia-filosofía, compartir creaciones técnicas y tecnológicas con fines sociales.  

  3. Apoyo de la comunidad para el bien y el desarrollo de cada uno de sus integrantes. Para los pueblos originarios, el bien de cada persona es bueno para todos, para la comunidad. Si alguien está enfermo o triste, esto afecta a todos, aunque no sea de manera inmediata o directa; y si está sano y alegre, sus acciones espontáneas contribuyen al bien de todos. Por eso, en la Sociedad del Afecto, las comunidades se interesarán y se organizarán cada vez mejor para cuidar el bien de cada persona en todos los aspectos. 

  4. Expresiones y sensibilidad afectivas hacia la familia y los amigos. En los pueblos originarios de Mesoamérica eran cotidianas las expresiones cariñosas hacia los hijos, los padres, los hermanos y los amigos. El estilo interactivo tenía su ternura y su suavidad, por eso no es casual que todavía en el siglo XXI, en América Latina más que en otras partes del mundo, dentro de un ambiente de trato informal, relajado, bromista, juguetón o festivo, se mantenga el uso frecuente del diminutivo en las expresiones cotidianas: “un cafecito”, “un ratito”, “un poquito”, “un segundito”, “un pedacito”, etc. La Sociedad del Afecto pretende motivar formas espontáneas y auténticas de expresión afectiva y cordial en los diferentes ámbitos de la vida social.

  5. Sensibilidad y creatividad estética. Como elemento fundamental de la vida social, las culturas originarias desarrollaron expresiones simbólicas estéticas para generar sentimientos comunitarios y no solamente como objetos para la recreación individual. Para la Sociedad del Afecto, las artes y, en general, la estética, son el vehículo de la afectividad colectiva, y tienen un papel prioritario en la vida comunitaria. Los artistas son creadores de sensaciones y sentimientos sociales. Especialmente, el diseño arquitectónico de los pueblos y ciudades debe cuidarse con el esmero que ponen los artistas en sus creaciones. 

‘Uno para todos y… todos para uno’

La Sociedad del afecto es aquella en que cada persona siente como propio lo que les sucede a sus comunidades y, al mismo tiempo, las comunidades se encargan de cuidar y potenciar el desarrollo y el despliegue de los talentos personales. Esto se expresa en el lema de los tres mosqueteros, invirtiendo la secuencia: uno para todos y… todos para uno.

Espontaneidad, organización y poder

El afecto genera una combinación predominante de libertad y espontaneidad con compromiso social, respeto y disciplina. Al integrar en el propio sentimiento los sentimientos de los demás, una persona desea llegar puntual a una cita o cumplir con exactitud lo que le toca a su responsabilidad; no requiere que alguien le coaccione o le vigile, lo hace simplemente porque así lo desea; disfruta de participar en el ritmo social y productivo, de manera similar al goce que sienten los músicos al participar en la interpretación colectiva de una bella melodía, así como de los que bailan al ritmo de aquella. Si alguien llega a fallar en su precisión, recibe la comprensión y el apoyo inmediatos para integrarse al compás colectivo. La Sociedad del Afecto es una orquesta social. Por afecto, cada vez hay mayor sistematicidad dentro de un ambiente afectivo, libre, jovial, cordial y alegre. 

Como lo demuestra la evolución de todos los aspectos de la naturaleza, la organización es la clave del poder, es decir, del poder hacer, del poder ser. A mayor organización, mayor poder. Pensemos tan solo en lo que significa la organización de un átomo, de una molécula, de una célula, del sistema solar, de un tejido vivo, de un órgano, de un organismo y del organismo humano. Cada técnica o herramienta que se crea corresponde a la sistematicidad de un procedimiento, de una acción coordinada. Toda nueva tecnología no es otra cosa que una posibilidad organizativa que articula un conjunto de técnicas. Veamos con claridad cómo de la organización surgen posibilidades revolucionarias, tanto en los ámbitos inorgánicos y orgánicos, como, por supuesto, en la vida social. Un pequeño crecimiento organizativo genera grandes cambios cualitativos: apenas con un poco más de organización cerebral, con pequeñas modificaciones en el ADN, los seres humanos han tenido enormes cambios cualitativos en contraste con las demás especies. 

Pero ¿qué es organizar? No se trata solamente de poner juntas y en orden un conjunto de cosas. Organizar significa combinar y coordinar acciones diversas para poder hacer lo que ninguna de ellas podría por sí sola. Organizar es distribuir y acoplar acciones y funciones de manera óptima. 

Los estados, los gobiernos y las empresas capitalistas corresponden a un cierto tipo de organización que –como hemos visto– tiene ya demasiados inconvenientes y limitaciones, siendo en mucho contraproducente. Con el proyecto de Sociedad del Afecto, la idea es generar nuevas y mejores formas de organización para rebasar los poderes establecidos. No se trata de ser oposición para obstruir la organización capitalista, sino de ir más allá de ella. Es necesario ir demostrando que –desde diversos ángulos– es mejor ser socio cooperativista que empleado o patrón; que es mejor y más funcional el buen gobierno de todos para todos (democracia) que el mal gobierno de unos cuantos (oligarquía, “partidocracia”).  

Fines de la Sociedad del Afecto

De manera concreta, el proyecto de Sociedad del Afecto tiene los siguientes propósitos generales:

  1. Promover y desarrollar el buen vivir y la felicidad de todos: una vida cómoda, segura, libre, tranquila y afectiva en un ambiente de paz y progreso, individual y colectivo.
  2. Desarrollar y proyectar las vocaciones y talentos de individuos y colectivos.
  3. Acrecentar, ampliar y desarrollar las expresiones culturales.
  4. Disfrutar, de manera racional, sustentable y sostenible, los bienes naturales con respeto e integración armónica con la naturaleza.
  5. Formar y desarrollar empresas cooperativas, sociales y solidarias.
  6. Desarrollar asambleas y consejos de autogobierno como forma real de democracia.
  7. Contribuir a la paz mundial y a la paz en cada país; al buen vivir de todas las personas, de los pueblos y de los países del mundo; al cuidado y desarrollo de los ecosistemas del planeta Tierra.

Acciones para desarrollar la Sociedad del Afecto

La Sociedad del Afecto no espera a llegar, no es un proyecto para dentro de 10, 20 o más años; comienza y se desarrolla progresivamente en cada persona, cada familia, cada colectivo, cada comunidad, cada institución, cada país y en la humanidad toda, a través de acciones como las siguientes: 

  1. Reconocer y expresar lo sinceramente agradable en los demás.
  2. Autoestima, valoración de sí mismo.
  3. Con-vivencias.
  4. Brindar sorpresas agradables.
  5. Hacer contacto visual y saludar de mano y abrazo.
  6. Co-operar en diferentes niveles.
  7. Compartir iniciativas e imaginaciones que se hagan realidad entre todos.
  8. Esforzarse por lograr metas compartidas.
  9. Conversar sobre historias de vida y vivencias cotidianas. 
  10. Reconocer los aspectos valiosos de los grupos y comunidades en los que participamos. 
  11. Participar voluntariamente para mejorar la vida social.

Desde la organización de las comunidades, en los municipios, en los estados o provincias, en cada nación y en la humanidad toda, se requiere desarrollar acciones coordinadas, continuas y sistemáticas en las siguientes líneas:

  1. Educación y cuidado de las relaciones de pareja.
  2. Crianza y escuelas para padres y madres.
  3. Educación escolar y universitaria para la Sociedad del Afecto. 
  4. Detección, impulso, desarrollo y proyección de talentos y vocaciones de deportistas, artistas, investigadores científicos, inventores y organizadores.  
  5. Promoción y desarrollo de las culturas populares.
  6. Impulso al tequio (trabajo voluntario para la comunidad).
  7. Reconocimiento, afecto y apoyo para el bienestar de adultos mayores.
  8. Cuidado del ambiente, los bienes naturales y el diseño arquitectónico urbano y rural.
  9. Incubadoras, formación y desarrollo de empresas cooperativas con compromiso social. 
  10. Formación de asambleas comunitarias, municipales, estatales y nacional orientadas hacia la Sociedad del Afecto.
  11. Programas para la seguridad y la paz.

Desarrollar seis habilidades y actitudes: 

  1. Iniciativa para proponer y hacer.
  2. Escuchar y comprender diversos puntos de vista.
  3. Respetar y valorar la diversidad de enfoques y talentos. 
  4. Flexibilidad e imaginación para combinar puntos de vista y lograr consensos. 
  5. Disciplina y cumplimiento de funciones y actividades.
  6. Coordinarse en equipos.

Cambios educativos y culturales

Para el nacimiento y desarrollo de la Sociedad del Afecto se propone realizar y hacer evolucionar los siguientes cambios educativos y culturales:  

  1. Educación por cooperanzas, más que competencias. Las competencias son capacidades generales orientadas a encontrar y desempeñar un empleo dentro de una empresa o institución capitalista. No promueven el vínculo afectivo con nadie. Las cooperanzas son acciones que pretenden generar un beneficio concreto para comunidades, grupos, organizaciones o personas. Promueven el vínculo afectivo entre los que realizan la acción y quienes reciben el beneficio de la misma.

  2. Escuelas como centros de acción social y cultural. Los educadores y las instituciones educativas tienen compromiso social y continuamente se esmeran en motivar e impulsar a los educandos para generar acciones que mejoren la vida en las comunidades

  3. Educación creadora y aprendizaje creador. Docentes y estudiantes dejan de repetir lo que dicen los libros o los grandes autores. Están convocados a imaginar y a proponer conceptos, técnicas, tecnologías, proyectos, programas, tomando como referencia lo que otros hayan hecho antes.

  4. Diversificación y complementación de actividades en la escuela. No todos los educandos realizan las mismas actividades. Por el contrario, los grupos escolares se organizan distribuyendo y acoplando los intereses, talentos y vocaciones de cada participante dentro de un proyecto grupal a partir de conocer lo que han hecho grupos anteriores y de una lluvia de ideas de todo lo que ahora les gustaría hacer por su(s) comunidad(es).

  5. Diálogo receptivo. Aprender a escuchar receptivamente es una de las prioridades en la Sociedad del Afecto. Generar la actitud para predisponerse a entender otro(s) punto(s) de vista, otras lógicas y otros sentimientos para incorporarlos y combinarlos con los propios.

  6. Escritura original. Escribir bien las ideas personales o colectivas es un camino muy valioso para organizar y, por tanto, desarrollar la inteligencia de quien escribe, ya que este requiere ser sensible a la manera en que sus lectores podrán interpretar su mensaje. La escritura sistematiza y hace perdurar las ideas, así como compartirlas con muchos otros. Al escribir algo interesante para otro(s) crece la sensación de poder, el compromiso de hacer y la autoestima individual y colectiva.

  7. Democracia escolar y originalidad de acciones educativas. La escuela debe ser un ejemplo de las posibilidades de vida social. La democracia en la escuela contribuirá de manera importante al desarrollo de la vida democrática en las comunidades. En lugar de depender de planes y programas generales, iguales en todas las escuelas, los educandos y educadores pueden y deben participar en el diseño de proyectos originales para realizar acciones educativas, tomando en cuenta las propuestas de los planeadores generales.

  8. Escuela para padres y madres de educación básica. Como parte de la educación básica, es necesario y posible instrumentar la escuela para padres y madres, motivando reflexiones y nuevas prácticas que promuevan la integración afectiva familiar, la valoración y respeto entre los familiares, la buena alimentación y la salud, el apoyo recíproco, la responsabilidad e integración comunitaria, el cuidado del ambiente y el sano traslape de la vida hogareña y escolar. 

  9. Educación para las relaciones de pareja, familiares y de amistad. Como parte de los proyectos escolares, es relevante incluir la formación para el desarrollo afectivo y la interacción satisfactoria con amistades, familiares y para las relaciones de pareja.

  10. Fomento de las artes. La formación estética también será priorizada en las escuelas. Las artes generan sensibilidad afectiva, posibilidades intuitivas, capacidades imaginativas y afinidades sociales. Las escuelas continuamente estarán programando festivales, concursos y proyección de los talentos artísticos de estudiantes y docentes.

  11. Fomento de la investigación científica y la invención tecnológica. Desde la educación inicial, en las escuelas se promoverá la investigación, la experimentación y la invención tecnológica. Las escuelas estarán programando eventos, torneos, proyección y conexión con alternativas sociales y económicas.

  12. Fomento a los deportes. La práctica de los deportes tiene efectos favorables en la salud corporal, contribuye al buen humor y al desarrollo de actitudes amables; también es una forma de convivencia, autoestima e integración afectiva de equipos y espectadores. En las escuelas será una prioridad impulsar torneos y proyección de los talentos deportivos.

  13. Educación para la salud y el cuidado del ambiente. Como una línea educativa fundamental también estará el cuidado de la salud y del ambiente, a través de proyectos de acción social en ese sentido.

  14. Enseñanza y aprendizaje de al menos una lengua originaria en cada escuela. La incorporación de las grandes aportaciones de las culturas originarias en la formación de educandos y docentes es muy relevante para el desarrollo de la hibridación o mestizaje cultural que enriquece las posibilidades de futuro. Las escuelas continuamente promoverán el aprendizaje de un idioma originario, así como el estudio y el diálogo creativo con la cultura respectiva.

  15. Valoración y proyección de las culturas originarias y de las tradiciones populares. Las culturas originarias y las tradiciones populares serán continuamente impulsadas y proyectadas para la recreación comunitaria y la integración y desarrollo de su identidad. 

Referencias

  1. Aristóteles (1994). Ética Nicomaquea. Porrúa.
  2. Hegel, G. W. F. (1807/2000). Fenomenología del Espíritu (trad. Wenceslao Roces). Fondo de Cultura Económica.
  3. Marx, C. y Engels, F. (1848/1973). Manifiesto del Partido Comunista. Ediciones en Lenguas Extranjeras.
  4. Murueta, M. E. (2014). Psicología. Teoría de la praxis. Conceptos Básicos [Tomo I]. Amapsi Editorial.
  5. Vasconcelos, J. (1925/2019). La raza cósmica. Porrúa.